Historia de Azerbaiyán
Azerbaiyán: Navegando en las Turbulentas Aguas del Cáucaso
Azerbaiyán: Navegando en las Turbulentas Aguas del Cáucaso
Azerbaiyán, situado en el Cáucaso, es un país donde el 92% de su población está compuesta por azeríes, una etnia local relacionada con los pueblos túrquicos. Su historia se remonta al siglo II a.C., cuando el Imperio Sasánida dominó la región, conocida entonces como Albania Caucásica. En el año 651, el Califato Ortodoxo conquistó el territorio, y posteriormente, en el 705, el Califato Omeya instauró el islam en la región. Durante el siglo X, tres dinastías musulmanas, los Saláridas, Shaddádida y Sayí, controlaron Azerbaiyán.
El siglo XI trajo consigo la llegada del Imperio Selyúcida, que expandió el idioma túrquico en el área, dando origen al actual idioma azerí. Con el tiempo, diversos imperios pasaron por la zona, como los Eldigúzidas en 1136 y el Kanato Mongol en 1225, que dividió el territorio en tres dinastías: Shirvanshah, Qara Qoyunlu y Aq Qoyunlu. Esta última salió victoriosa en un enfrentamiento que la consolidó en el área.
En el siglo XVI, el Imperio Persa Safávida, bajo Ismail I, conquistó el territorio de Aq Qoyunlu, rivalizando con el Imperio Ruso. En 1722, estalló la Primera Guerra Ruso-Persa, tras la cual Rusia anexó Bakú, aunque se retiró en 1731. Después de la retirada, el Imperio Safávida entró en decadencia y fue anexionado por la dinastía Afsávida, que también mantuvo tensiones con los rusos. La Segunda Guerra Ruso-Persa (1826-1828) resultó en la victoria rusa, que anexó gran parte del Cáucaso, dividiendo Azerbaiyán en una parte este y una parte oeste.
A finales del siglo XIX, emergió un fuerte sentimiento nacionalista en la región. Durante la Guerra Civil Rusa (1917-1923), Azerbaiyán, junto a Armenia y Georgia, proclamó la República Democrática Federal de Transcaucasia en 1918, aunque esta se disolvió rápidamente por diferencias políticas. Así nació la Primera República de Azerbaiyán, marcando el inicio del conflicto por Nagorno-Karabaj con Armenia.
La situación se complicó cuando el Ejército Rojo soviético tomó el control de la región en 1920, anexionando Azerbaiyán a la República Socialista Soviética Federal de Transcaucasia. Sin embargo, en 1936, el problema de Nagorno-Karabaj resurgió tras la disolución de esta república.
Durante la Segunda Guerra Mundial, Azerbaiyán desempeñó un papel crucial, aportando el 80% del petróleo utilizado por el Frente Oriental y enviando a 700,000 soldados, de los cuales 250,000 murieron en combate.
En 1980, Mihail Gorbachov, presidente azerí, implementó el Glásnost, un plan para acercar al país a Europa. Sin embargo, el 20 de enero de 1990, conocido como «Enero Negro», la URSS reprimió violentamente a los opositores azeríes, dejando más de 140 muertos. En octubre de 1991, tras la caída de la URSS, Azerbaiyán declaró su independencia, aunque Nagorno-Karabaj se separó como la República de Artsaj poco después.
Desde entonces, el conflicto de Alto Karabaj ha dominado la agenda política. Entre 1988 y 1994, la Primera Guerra de Nagorno-Karabaj dejó a Armenia con el control de la región tras la Masacre de Joyalí en 1992. Con Heydar Aliyev en el poder, Azerbaiyán intentó recuperar el territorio perdido.
En 2008, se produjo la «Escaramuza de Martakert», un conflicto cuyas versiones y resultados varían entre ambos bandos. En 2016, surgieron nuevas tensiones que culminaron en la Segunda Guerra de Nagorno-Karabaj en 2020. En esta ocasión, Azerbaiyán, apoyado por Turquía y mercenarios sirios, logró una rápida victoria, recuperando tanto el Alto Karabaj como el corredor que Armenia había anexado anteriormente.
Hoy en día, Azerbaiyán se posiciona como un protagonista clave en la dinámica geopolítica del Cáucaso, aprovechando su riqueza energética y sus alianzas estratégicas, especialmente con Turquía. La reciente victoria en el conflicto de Nagorno-Karabaj ha reforzado su postura de firmeza ante las reivindicaciones territoriales armenias y ha consolidado su imagen como un país que busca ejercer una mayor influencia en la región. Sin embargo, la tensión con Armenia y la complejidad de las relaciones internacionales, especialmente con Rusia y Occidente, continúan planteando desafíos significativos para su estabilidad política y social. En un contexto donde las identidades nacionales y las aspiraciones territoriales se entrelazan, el futuro de Azerbaiyán dependerá de su capacidad para gestionar tanto sus intereses internos como externos, buscando una coexistencia pacífica en un entorno cargado de historia y conflictos latentes.
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