Crack del ’29

El Jueves Negro: Cómo el Crack de la Bolsa Desató la Gran Depresión


El Crack de la Bolsa de 1929, conocido también como el Jueves Negro, marcó el inicio de la Gran Depresión, una de las crisis económicas más graves de la historia moderna. Este colapso no solo afectó a Estados Unidos, sino que se extendió por todo el mundo, alterando profundamente las economías y las sociedades durante más de una década. Para comprender cómo llegó a ocurrir, es necesario retroceder unos años y examinar los factores que crearon las condiciones para esta catástrofe económica.

A fines de la década de 1920, los Estados Unidos vivían lo que se conocería como los «Felices Años 20», un período de crecimiento económico y prosperidad para muchos. La industria florecía, las fábricas producían a un ritmo acelerado y los estadounidenses comenzaban a disfrutar de un estilo de vida más moderno. Sin embargo, esta aparente prosperidad ocultaba varios problemas económicos. Mientras la economía crecía, muchos ciudadanos se endeudaban, comprando productos a crédito. En la Bolsa de Valores, la especulación estaba a la orden del día. Miles de personas compraban acciones de empresas sin comprender realmente su valor, impulsados por la creencia de que los precios seguirían subiendo sin cesar.

Las inversiones se basaban en expectativas de ganancias rápidas y sin tener en cuenta los riesgos que implicaba tal comportamiento. Muchas de estas acciones no estaban respaldadas por una sólida base económica, lo que generó una burbuja especulativa. La gente compraba acciones con dinero prestado, apostando a que los precios seguirían al alza. Sin embargo, cuando la burbuja comenzó a desinflarse, el mercado de valores entró en una caída libre.

El 24 de octubre de 1929, conocido como el Jueves Negro, se produjo el primer gran colapso del mercado. En un solo día, el índice Dow Jones perdió más de 11 puntos, lo que provocó pánico entre los inversores. Decenas de miles de personas comenzaron a vender sus acciones precipitadamente, lo que agravó aún más la caída. Sin embargo, lo peor estaba por venir. El 29 de octubre de 1929, el Martes Negro golpeó con una brutalidad aún mayor: el Dow Jones cayó un 12,8%, con pérdidas que superaron los 30 mil millones de dólares. Esta caída arrastró al mercado y dejó a millones de personas sin sus ahorros.

El colapso de la Bolsa no fue solo un problema financiero; desató una serie de efectos que afectaron profundamente a la economía estadounidense y mundial. En los meses siguientes, miles de bancos quebraron debido a la incapacidad de los prestatarios para pagar sus deudas. La falta de confianza en el sistema financiero y la incapacidad de los bancos para reembolsar los ahorros a los ciudadanos llevaron a una crisis bancaria masiva.

A nivel global, la caída de la Bolsa de Nueva York afectó a los países que dependían del comercio con Estados Unidos. Las exportaciones se desplomaron, y la industria mundial sufrió. El desempleo se disparó, y la pobreza se extendió por todo el país. La gente perdió sus trabajos, sus casas, y la situación empeoraba a medida que la producción industrial caía.

A pesar de los intentos del gobierno de Herbert Hoover de frenar la crisis, sus políticas no fueron suficientes. La falta de una respuesta efectiva del gobierno exacerbó la situación, y la recesión se convirtió en una depresión económica profunda. Fue solo cuando Franklin D. Roosevelt asumió la presidencia en 1933 que se implementaron medidas significativas para aliviar la crisis. Roosevelt lanzó el New Deal, un conjunto de programas destinados a crear empleo, reformar el sistema financiero y estabilizar la economía.

Aunque la recuperación no fue inmediata, el New Deal logró restaurar la confianza en el sistema financiero y estableció una red de seguridad para los ciudadanos más afectados por la depresión. Entre sus medidas se incluyó la creación de la Seguridad Social, la regulación de los mercados financieros y el establecimiento de proyectos de infraestructura pública para generar empleo.

El Crack de 1929 y la Gran Depresión que siguió dejaron lecciones duraderas sobre los peligros de la especulación sin control, la importancia de un sistema financiero estable y la necesidad de intervenciones gubernamentales en tiempos de crisis. Aunque la recuperación fue larga y difícil, el evento cambió la forma en que los gobiernos y las economías enfrentan las crisis financieras, sentando las bases para una regulación más estricta de los mercados y un mayor apoyo social en tiempos de necesidad.